Andrei Tarkovski
Capítulo: Después de Nostalghia
“Tengo tras de mi la primera película que rodé fuera de mi tierra. Aunque fue con permiso de las autoridades soviéticas, cosa que me sorprendió, por que lo hice para mi país y por mi país”.
Lamentablemente mis intenciones y mis películas resultaban fatídicamente extrañas a los organismos soviéticos relacionados con el cine. En esta película quería hablar de la forma rusa de la nostalgia, ese estado anímico típico de nuestra nación, que surge de nosotros los rusos cuando estamos lejos de nuestra patria.
Quería hablar de los lazos que como una suerte de fatalidad unen a los rusos a sus raíces nacionales, a su pasado, lazos de los que no podemos liberarnos en toda la vida. Nunca imagine que durante el rodaje de Nostalgia aquel estado de tristeza aplastante y sin salida, que marca toda la película, iba a ser el destino de mi propia vida, hasta el final de mis días.
Esta película fue rodada en Italia, pero es profundamente rusa. Trata sobre un poeta ruso (Gorchakov) que se encuentra en Italia para un largo viaje de investigación sobre el pianista ruso (Sosnovski) el cual existió realmente, y de sus impresiones sobre este país. Es un hombre que perdió completamente su orbita, pero lo trágico es que no puede comunicarlo por no hablar el idioma. Este hombre se siente un marginado que desde una lejana distancia, observa una vida que no es la suya y se entrega a los recuerdos del pasado, de los rostros de personas queridas, sonidos y olores de su casa. Yo pase por lo mismo cuando me aleje de mi tierra y me vi confrontado con un mundo y una cultura diferentes, que me sometieron a un estado inconsciente e irremediable de ansiedad, tal como un amor no correspondido.
Cuando vi por primera vez el material me sorprendió la oscuridad de las imágenes, aunque el ambiente era oscuro, yo no me había propuesto eso. Pero considero que es sintomático que, con independencia de mis intenciones planificadas, se volcara mi estado de ánimo, la larga y angustiosa separación de mi familia, la falta de condiciones de vida acostumbradas, y una lengua extraña.
Mi intención es conseguir con el medio cinematográfico un espejo del alma humana, no solo un producto curioso de ideas estériles, sino una realidad indudable. Lo que realmente me preocupa es el mundo interior de las personas. Soy consciente que desde el punto de vista comercial, seria más ventajoso introducir en la película continuos cambios de lugar, exóticas tomas exteriores e impresionantes interiores. Pero me interesa el hombre, que es donde se encierra todo el universo.
Mi idea del cine no tiene nada que ver con las películas americanas de aventura. Con el guion de Nostalghia estuve descontento hasta el momento en el que se fue viendo una cierta unidad metafísica.
Gorchakov encuentra Italia en el momento de su trágica ruptura con la realidad, con la vida, no con las circunstancias externas, que nunca harán justicia con las pretensiones de un individuo. Este muere porque es incapaz de superar su propia crisis interior, incapaz de detener la decadencia de la continuidad del tiempo.
Todas mis películas hablan sobre los hombres, que no se encuentran solos y abandonados en un universo vacio, sino que con incontables lazos están unidos con el pasado y el futuro. Que cada individuo tiene la responsabilidad sobre la marcha de la vida en nuestro planeta, ante las miserias sociales, el sufrimiento humano, cada uno debe unirse con el otro en nombre del futuro.
En Nostalghia quería mostrar al hombre débil, que en cuanto a sus características externas no es un luchador, pero que para mi es un vencedor en la vida. Siempre me gustaron las personas incapaces de adaptarse a la realidad pragmática. En mis películas nunca hay héroes, siempre hay personas cuya fuerza resulta de su convicción interior y también del hecho de que son capaces de asumir la responsabilidad hacia otras personas.
Del hombre me interesa, su disponibilidad para servir a algo superior, su incapacidad de conformarse con la “moral” normal del aburguesado. Aquella persona que ve el sentido de su vida en la lucha contra el mal y que alcanza en su interior un nivel un poco más alto.
La debilidad humana me interesa como contrapartida a la expansión exterior de la persona, al comportamiento agresivo frente a otras personas y frente al mundo, al deseo de someter a otros a las propias intensiones con el fin de autoafirmarse. Me fascina esa energía humana que se abalanza contra la rutina materialista.
El realismo es una forma de vida de la naturaleza en el cine. Cuanto mas naturalista es la naturaleza que se introduce en un plano, mas dignidad tendrá esa imagen. Dar alma a la naturaleza resulta algo connatural en el cine.
Cuando tengo la oportunidad de hablar con mis espectadores me asombra cuando preguntan por el significado de la lluvia en mis películas. En Rusia hay largas temporadas de lluvia que despiertan la nostalgia. A mi no me gusta la ciudad, me siento bien cuando me alejo de los logros de la civilización moderna y voy a mi casa de campo. La lluvia, la nieve, el agua son elementos del ambiente material en que vivimos, son una verdad de la vida. Por eso me afecta cuando las personas en vez de disfrutar sencillamente la naturaleza que se incorpora a las imágenes, van buscando en ellas un significado oculto. Solo las utilizo como un recurso estético, que marca el desarrollo de la acción. Esto comprueba que el espectador hace mucho ah perdido la capacidad de entregarse a esa impresión de forma emocional y simple. Por el contrario, se esta examinando y preguntando por el porque y para que. No escondo ante el espectador intenciones especiales, ni me dedico a jugar con el. Le muestro el mundo tal como a mi me parece, en su máxima expresividad.
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